No sabes cuánto ni dónde empezaron los agujeros, pero un día te das cuenta de que los tienes y que, además, tienes ganas de taparlos. Y por eso fumas, bebes o te drogas, dejas de comer o comes muchísimo.
No sabes cuánto ni dónde empezaron los agujeros, pero un día te das cuenta de que los tienes y que, además, tienes ganas de taparlos. Y por eso fumas, bebes o te drogas, dejas de comer o comes muchísimo.
No sabes cuánto ni dónde empezaron los agujeros, pero un día te das cuenta de que los tienes y que, además, tienes ganas de taparlos. Y por eso fumas, bebes o te drogas, dejas de comer o comes muchísimo.